– «Mamá, no puedo«-  Allí estaba la mano alzada de G. pidiéndole a su madre que sacase una de las pegatinas de esa matriz de bordes troquelados que aún se le resistían a sus deditos.

– «Sí puedes hija. Tú puedes todo«- respondió ella.

Y se me mezclaron la sorpresa por la respuesta con la sonrisa espontánea al escucharla. Almu cogió la hoja de pegatinas y levantó la esquina de una de ellas antes de devolverle la hoja de nuevo a G.

Para algunas cosas ahora necesitas que mamá te ayude, pero tú puedes todo G.»

G. seguía concentrada en sus pegatinas, escogiendo ahora el lugar de la pared donde colocarlas. Miré a Almu, me vio sonriendo y se contagió. «Me ha encantado tu respuesta«, le dije. Ella también sonrió y me dijo que se daba cuenta de la cantidad de veces que G. decía ahora esa frase de «no puedo» con muchas de las cosas que intentaba hacer. Nada extraño, lo normal en ese momento de su desarrollo donde todavía la motricina fina no está «perfeccionada». Y sin embargo para Almu resultaba evidente el poder que el lenguaje tiene desde momentos tan tempranos.

Me contaba lo importante que era para ella transmitirle a G. la capacidad que tiene de hacer lo que ella quiera, y esa lucha diaria que tiene con el lenguaje para que no sea un limitante en el pensamiento de G. En parte me recordó a mi propia lucha personal por desterrar de mi vocabulario el modo verbal «deberías…» acompañado de cualquier final de frase. Para mí también es evidente todo lo que, queramos o no, puede llegar a transmitir nuestra manera de hablar y de expresarnos. Las intenciones, deseos, órdenes, frustraciones o posibilidades que hay en las frases que pronunciamos cada día. Mucho más cuando se las decimos a niños y niñas.

Sí, es cierto, G. necesita ayuda para muchas cosas ahora, pero poco a poco irá creciendo y cada vez será más independiente, soñadora y, gracias a su madre, estoy segura que un poco más valiente.

Porque las mujeres podemos, podemos todo.

Y a veces necesitamos un poco de ayuda con algunas cosas, pero entonces siempre hay otra mujer cerca para ayudarnos. Quizás una más sabia o experta, más mayor o más joven. Pero es importante recordar esa frase, y cuidar el lenguaje que cada día modela nuestra mente, nuestros pensamientos, nuestras ideas y nuestras posibilidades de futuro.

Gracias Almu por recordarme que yo puedo, que yo puedo todo. Y que si me cuesta, tengo a mis amigas-hermanas, a mi madre, a mi abuela, a mis tías, a mis primas… a mis mujeres, que me ayudarán hasta que pueda hacerlo sola.

El 8 de marzo lo recordamos todas juntas:
#8M #NosotrasParamos #MujeresEnHuelga #WomensStrike #NiUnaMenos

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