Amaia siempre dice que cuando una puerta se cierra, otra ventana se abre. Yo, por si acaso, no vaya a ser, me construí una en la azotea que pudiese manejar. Una por donde corra el aire para que nada, ni lo bueno ni lo malo, se estanque demasiado tiempo. Para que todo fluya, para que todo pase. Las nubes blancas, el cielo raso, los relámpagos y esos ardientes colores del atardecer. Pasan también algunos pájaros y pasa el tiempo. Pasa la vida, pasa lo grande y pasa lo pequeño. Todo pasa.

Desde hace tiempo regalo puertas y ventanas en cumpleaños, navidades y fiestas de guardar. Que cada cual decida cuándo abrir o cerrar…

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *