Penélope comenzó a tejer al comienzo del invierno. Quería hacer una pieza de lana que cubriese del frío el cuello de Ulises, a quien hacía tiempo que esperaba. Mientras ella tejía lana y amor, cientos de voces a su alrededor la apremiaban a que olvidase a Ulises. Ella prometió hacerlo si cuando acabase aquella pieza él no había regresado a su lado.
Cada noche deshacía parte de lo tejido durante el día para darle más tiempo a Ulises. Los días y las semanas pasaban entre puntos y silencio. Hasta que al fin la pieza estuvo lista y ese mismo día Ulises pisó las tierras de Ítaca. Penélope decidió entonces probarse la pieza y se miró al espejo. Y se vio bella. Y se abrigó bien con todo ese amor que había tejido en soledad. Y con la pieza rodeando su cuello hizo una maleta y comenzó su propio viaje.

Dicen que Ulises pasó frío aquel invierno y el resto de sus días en Ítaca. Dicen que Penélope encuentra abrigo siempre junto a aquellos con los que viaja.

 

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