¿Cuántas veces has estudiado un manual para montar un mueble? Es probable que en los últimos años te hayas convertido en una persona experta en el estudio de las indicaciones nórdicas de Ikea.

La mayoría de manuales de «instrucciones», ya sea para montar el armario de la habitación de los niños, el último electrodoméstico para la cocina o esa cámara de fotos último modelo que te compraste con la esperanza de volver a imprimir fotos que compongan un album en papel, tienen el mismo tipo de frases.

El último manual que he tenido que consultar es el de mi máquina de coser. Titulares como «Encendido de la máquina», frases escuetas y breves como «Insertar el carrete y pasar el hilo por el tensador», y dibujos en blanco y negro que estudio con ojo escrutador para no equivocarme y cargarme la máquina antes de empezar.

Frases y palabras que poco tienen que ver con este otro manual de instrucciones que llegó hace un par de días junto a un sofá a casa de una amiga desde la casa de otra. Ese tradicional «trasvase» de muebles que se produce muchas veces con las mudanzas y el aumento de las familias. En este caso, una combinación de ambos factores.

Este sofá podía haber llegado con unas instrucciones similares a las que antes comentaba. Algo así como «Desatornillar y aflojar las tuercas para separar el brazo lateral del sofá» o «Retirar las fundas y lavar a 40º»

Pero no, este sofá llegó con otro tipo de instrucciones mucho menos habituales:

Instrucciones de uso:

– Disfrutarlo
– Darle mucho amor
– Reírse de la vida en él

– Y poner las tuercas, claro

 

¡Pues claro! En mi máquina de coser faltan las palabras que me digan «escoge con cariño los hilos que unirán las costuras de esa falda que me vas a hacer para salir a bailar este verano a las verbenas de la ciudad», o «desliza despacito y con cuidado el delantal para pintar que le regalarás a tus sobrinas con el que pintarán las primeras grandes obras de su vida».

A la cafetera le falta indicar que se «coloque con cariño la medida de agua para dos tazas de café al que invitarás a tus padres el día que comáis juntos por primera vez en tu recién estrenado piso de persona independiente», o las instrucciones de cómo hacer ese «macchiato que le prepararás para desayunar a tu pareja la primera vez que se quede en casa a dormir».

En el libreto que te guía en el montaje del armario para la habitación de los niños te debería recordar «ATENCIÓN: vas a inundarlo del olor más maravilloso del mundo: el de tus hijos.» Que cada mañana elegirás con delicadeza las prendas que lo llenan para vestir lo más preciado de tu vida. Y que esas camisetas, pantalones y vestidos serán de lo más afortunadas porque estarán en contacto piel con piel con tus pequeños. Serán las que se llenen de manchas que nunca saldrán y serán los estampados que poblarán las fotos que dentro de muchos años volverás a ver para recordar esa etapa maravillosa de vuestras vidas. Ese armario probablemente será también uno de los lugares preferidos para jugar al escondite, así que debería de incluir en sus instrucciones algo como «Recuerda poner unos cojines dentro por si quien se la queda tarda un rato en buscar aquí, de manera que quien se esconda pueda esperar cómodamente mientras observa por una pequeña ranura que se genera cuando abre ligeramente la puerta». «Se recomienda engrasar las bisagras para un mejor uso del armario en partidas de escondite».

Todo objeto que forma parte de nuestro cotidiano está impregnado de lo que hemos hecho o vivido con él. Por eso este sofá, que ha vivido el nacimiento de una familia que empezó siendo de 2 y se ha ampliado hasta 4, y ahora pasa al recién estrenado piso sobre las azoteas de Madrid de alguien que está reiniciando nueva etapa, tiene estas instrucciones tan valiosas.

Porque es posible convertir la cosa más aséptica e impersonal en algo especial. Solo hace falta fijarse y dotarle de un poquito de cada una de nosotras.

Nos vamos a reír mucho de la vida en este sofá mientras miramos los tejados…

[Para Cris y Almu, que caminan a mi lado y yo al suyo]

 

¿Y cuál es el tuyo? Seguro que hay un objeto, mueble o utensilio que tiene un valor emocional mucho mayor del que marcaría la etiqueta de una tienda. ¿Me lo cuentas?

2 thoughts on “Instrucciones para un sofá

  1. Sería un regalazo poder compartir un asiento junto a vosotras en ese sofá y saltar con la imaginación entre los tejados madrileños en una noche cualquiera de verano…¡Hacerme un hueco que voy!

    Objeto, mueble, utensilio…hay muchos y ninguno en especial, lo que hay es actitud y ganas de hacer las cosas bonitas, o mejor aún, de sacar lo bonito que hay en cada objeto, mueble, utensilio…

    ¡Sigue escribiendo! ¡Que yo seguiré leyendo!

    1. Me pregunto cuántas cosas bonitas tienen que decir tus instrumentos musicales… a cuántos momentos especiales están asociados para siempre… 🙂
      Gracias por tu comentario Coral!

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