– «Queda terminantemente prohibido causar daño de cualquier tipo.»
-«¡No puedo!«- contestó aterrada la medusa – «Es mi naturaleza…»
Y como prueba y escarmiento de que la ley no debía ser desobedecida bajo ninguna circunstancia, fue colgada en la plaza del pueblo. Y allí ondeaba con cada brisa de mar que llegaba desde el puerto…