Cada tarde nos sentábamos y dábamos la bienvenida a la azotea a los extraños que aparecían sin avisar. Distintos idiomas, distintas alturas, distintos colores. A […]
El blog de María Cimadevilla
Cada tarde nos sentábamos y dábamos la bienvenida a la azotea a los extraños que aparecían sin avisar. Distintos idiomas, distintas alturas, distintos colores. A […]