La exposición tuvo lugar al aire libre y la inauguración llegó sin avisar. El éxito fue rotundo. Durante horas no hubo visitante que no admirase aquellos bosques de ramas desnudas.
A la mañana siguiente todo había desaparecido. El mar no retrocedió en su empeño, cogió fuerzas y se lanzó de nuevo a lamer el lienzo en blanco arenoso. Se aproximaba una nueva exposición.
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