Siempre hubo clases.
No era lo mismo ser destinada a una propaganda de bar, por muy elegante que fuese, que dedicarse a los cumpleaños. También se miraba con más respeto a quienes entregaban su vida en las emergencias cuando hasta las modernas linternas flaqueaban. Las VIP eran normalmente las más esbeltas, muy tiesas siempre ellas, que servían en castillos y lugares de época. Fuese cual fuese su destino, lo que estaba claro era que había que brillar con luz propia.

Ella sabía de sobra que aquel era un momento único e irrepetible. Se preparó con el cuerpo bien erguido, la espalda recta y toda la fuerza que podía ejercer concentrada en restregarse contra la lija. ¡sssSSSHHH! La cabeza lanzó un fogonazo, cayó la primera pólvora sobre las ramas secas de la base y poco a poco la luz se extendió. Los chispazos se encadenaron unos con otros y la chimenea se fue iluminando a medida que la cerilla, como una anciana, se consumía y se desmoronaba sobre sí misma.

 

 

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