Cada noche escuchaba sus pisadas…Bumm, bumm, bumm, bumm…

Sus raíces salían de la tierra y caminaban durante horas sobre la tierra árida. Con cada amanecer se quedaban inmóviles bajo los rayos del sol. Y cuando llegaba la noche, una vez más, reanudaban su camino en busca de un lugar mejor. Aquel donde el agua llegase hasta sus raíces hundidas en la tierra. Aquel donde los frutos brotasen y se escuchasen las risas de los niños y niñas que crecen fuertes y sanos. Los baobabs siguen buscando una tierra fértil donde hundir sus raíces en Malawi.

[Mwanza, Malawi. Septiembre de 2016]

 

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